No hay perdón para Lim ni para sus entrenadores, pero tampoco lo hay para Baraja y los jugadores. El pebetero se incendió no porque los blanquinegros lo activaran, sino porque en el minuto 6 Carlos Vicente, ese futbolista que vive con la camiseta del Glorioso porque el Valencia no quería pagar 600.000 euros al Ferrol, se encontró con la espalda de un defensa improvisado. Luis Rioja y un centro cómodo, que prolongó Quique García para que apareciera Carlos Martín, adelantaron al Alavés en el marcador y dejaron temblando al Valencia.
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Sin jugada ofensiva, sin pase de seguridad, sin despeje oportuno. El Valencia se desplomaba irremediablemente y Baraja, en un tiempo muerto inesperado por la lesión de Guridi, no supo corregir la situación. No queda rastro de aquel equipo astuto que sofocaba a los rivales y corría hacia la portería contraria. Hoy es horizontal, nivelado, sin riesgo y sin pólvora. El segundo gol de Dimitrievski lo detuvo de Stoichkov desde el punto de penalti. Carlos Martín lo encontró tras otra ruptura con Foulquier. El plan de Coudet se hizo realidad y vio posible sumar una primera victoria tras dos empates. A Baraja se le acaba el tiempo y está atado al banquillo sólo gracias a un acuerdo que Peter Lim no quiere pagar.